Los problemas de interpretación de las encuestas

Por el Lic. Elvio A. Suarez, Profesor de Probabilidades y Estadística
Facultad de Ciencias Exactas y Tecnologías - Universidad Nacional de Santiago del Estero

Contactar por Correo Electrónico: elvioas@gmail.com

En una casa están los jóvenes encerrados e incomunicados con el exterior y sometidos a permanentes estímulos. Se trata de una experiencia o juego que se sigue por TV. El conductor del programa, entra a la casa y anuncia que por motivos que detalla y refrendado por el voto de la gente, en más del 80 por ciento, se los castigara con una reducción en el presupuesto para comida. Informa que son aproximadamente 150.000 votos sobre los que se obtuvo el 80% de respuestas que respaldan el castigo.

Viendo el programa, advertimos, que el público participa opinando sobre temas que la producción propone y lo hace a través de llamadas telefónicas que tienen un costo adicional al servicio telefónico. A cada llamada telefónica se le llama “voto”. Es decir, algo bastante diferente a lo que tradicionalmente entendemos por voto. En una votación participa la totalidad de un conjunto de personas, y existen controles que garantizan que cada una de esas personas lo haga una sola vez. Por ejemplo eso ocurre cuando se elige presidente de la Nación, participan todos los ciudadanos y existen mecanismos de control: un padrón, mesas, fiscales de cada partido, un Tribunal Electoral etc.

Se habla de “gente” y se deja a este vocablo, abierto a distintas interpretaciones. ¿A qué gente hace referencia? ¿A la que vive en Argentina? No puede ser porque según el último censo los habitantes de Argentina son 40.091.359. ¿A los televidentes? Tampoco, porque no participan todos los televidentes, muchos no deseamos participar y algunos quizás lo harían pero no pueden o no desean pagar para tal fin.

Por lo que conocemos sobre Muestreo, debido a la forma en que fue obtenida la muestra, no podemos generalizar los resultados a un conjunto mayor. Los porcentajes obtenidos no pueden trasladarse al conjunto de los habitantes de Argentina ni a los millones de televidentes. En consecuencia el conductor solo podría aseverar que es la opinión de un grupo. Además, no le sería posible precisar la cantidad de personas que conforman el grupo, a menos que existiera un mecanismo que impidiera que una misma persona pudiera hacer varias llamadas telefónicas.

En síntesis no estamos en presencia de lo que tradicionalmente llamamos votación, se trata solo de la expresión de un grupo de personas muy particulares, que lo hacen bajo determinadas condiciones: por teléfono y pagando una cierta cantidad de dinero por participar.

¿Cómo debería extraerse la muestra para que pueda obtenerse conclusiones sobre un conjunto mayor? ¿Qué es lo que dice la teoría del muestreo a ese respecto?

Alrededor de 1900 surge la idea de obtener información de un universo, sin estudiarlo en su totalidad, usando una muestra seleccionada al azar.

En los comienzos del siglo XX se obtienen los primeros desarrollos teóricos y en la década 1950–1960 se publican varios textos sobre Muestreo de Poblaciones Finitas. Con ello, el uso de las encuestas por muestreo se difunde en todo el mundo. Usando esos métodos, es posible conocer a partir de la muestra y de manera aproximada las características de los habitantes de una ciudad región o país como por ejemplo: porcentaje de varones que trabajan como herreros, porcentaje de personas que fueron afectadas por viruela etc.

Para realizar un estudio de esas características hay que precisar en primer lugar cual es la población o universo y luego seleccionar la muestra mediante un mecanismo aleatorio como podría ser el sorteo de los elementos, para decidir quienes integran la muestra. Esa característica de uso del azar es lo que permite el uso de la teoría de las probabilidades, y es lo que hace posible la estimación de características de la población a partir de la muestra. Cabe aclarar que esa estimación se hace siempre con un error que se denomina error de estimación.

Las encuestas que observamos a diario

En la actualidad, las encuestas se están convirtiendo en una práctica social que tiene amplia difusión y aceptación, quizás porque permite la expresión y la participación del público y porque este las considera inocuas, sin peligros. Cualquiera recoge datos o hace encuestas, a veces sin saber para qué y como mero entretenimiento o juego. En este tipo de encuestas no se precisa el universo en estudio, no se especifica lo que se quiere conocer y no se presta atención a la metodología de obtención de datos, lo cual hace que estos tengan poco valor, aportan muy poca información.

El peligro de estás encuestas radica, en que el público, en lugar de tomar los resultados como opiniones de grupos muy especiales, los tome como autenticas descripciones de la población total y crea que ellos describen nuestra realidad. Debemos tener presente que todos deseamos información para reducir la incertidumbre acerca del mundo en que vivimos.

Hay por supuesto interesados en que se produzca esa generalización equivocada. Con ese fin dejan suponer o sugieren sin decirlo, que las conclusiones se refieren a un conjunto mayor, a una población de personas. Si dijeran la verdad, que es la opinión solo de un grupo y que otro grupo podría decir otra cosa, no se les prestaría demasiada atención.

En estos últimos tiempos, encuestas de este tipo, nos vienen mostrando: poco inteligentes, de mal gusto, y que elegimos lo peor. Si gran parte de la población, cree en estas encuestas y las considera validas, es posible que se produzca una disminución en la autoestima que tenemos como pueblo, lo cual afectaría nuestra capacidad para construir hacia el futuro una sociedad mejor.

La imagen utilizada es de parte de una obra (Ascending and Descending) del artista holandés Maurits Cornelis Hescher.

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