El hombre primitivo buscó la cura a sus enfermedades en la naturaleza en el medio ambiente que le rodeaba. Por medio de la observación, experimentación personal y comunitaria logró un bagaje de conocimientos sobre la acción benéfica en la salud de plantas y otros productos de origen natural. En base a estas experiencias la comunidad científica ha podido investigar y comprobar las propiedades medicinales de muchos de estos productos, es así como varios de ellos han sido comercializados en presentaciones farmacéuticas a nivel mundial.
En la actualidad las plantas medicinales han vuelto a “emerger”, pero en realidad gran parte de la humanidad las utiliza en la atención primaria de salud, como prevención de enfermedades. Algunos países las han integrado en el Petitorio de Medicamentos e incluso hacen participar en los controles de Salud a aquellas personas con conocimientos sobre plantas medicinales. Este logro lo consiguió la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la década del setenta cuando se buscaba alcanzar la “salud para todos en el año 2000”. Somos testigos de que este objetivo no fue alcanzando, por el contrario, el hombre sigue siendo victima de múltiples afecciones como: paludismo, dengue, tuberculosis, enfermedades venéreas, VHS, sida, muchas de estas supuestamente erradicadas y otras causadas por virus casi incontrolables.
Sería necesario meditar un poco en esta situación y preguntarnos ¿como hemos devenido a tales niveles de fragilidad sanitaria?
Una de las causas puede ser la pauperización, la globalización hizo más profunda la brecha económica entre ricos y pobres.
Por otro lado la destrucción del planeta, se han exterminado campos inmensos en el mundo entero, sobre todo en los países pobres, cuya principal riqueza eran los productos naturales. Esta desforestación impune se ha llevado gran parte del patrimonio medicinal de la humanidad, esta destruyendo la Gran Farmacia Natural que se nos encargo para su cuidad. Ya tenemos regiones, países enteros desertificados con sus habitantes expuestos a todo tipo de flagelo. Este tipo de atropello no es justificable por ningún tipo de proyecto económico-industrial; primero fue la madera, después la ganadería, hoy la soja y otros cultivos, todos han abusado de la tierra, dejándola débil y próximamente estéril, con las consecuencias inmediatas de la erosión y el cambio climático.
Es importante pues mirar estas consecuencias y exigir que nuestros gobernantes y los del mundo entero, se preocupen por salvar lo que nos queda, porque aun en esa fracción está la esperanza de encontrar el remedio para los peores males que nos aquejan.
En el afán de conocer parte de la naturaleza que nos rodea en esta sección daremos a conocer regularmente algunas de las plantas medicinales usadas en nuestro medio y que son propias de nuestro monte santiagueño; sus propiedades y algunos matices, fruto de la expresión cultural- ancestral de nuestro pueblo.
Las plantas medicinales deben ser usadas con responsabilidad , en el mejor de los casos deben ser prescriptas por el profesional médico para su uso como parte de un tratamiento terapéutico o como complemento de los mismos, contribuyendo a mejorar la calidad de vida del paciente, objetivo principal de todas las profesiones médicas.
Esperamos que esta información sea de su agrado y le abra un nuevo panorama para la apreciación de nuestra madre tierra.
Aguaribay o Gualeguay:
Nombre botánico: Schinus molles areiva D.C.
Es un árbol ornamental originario de América del Sur que suele encontrarse en lugares templados y cálidos, posee un hermoso porte similar al quebracho y el sauce. Los Incas lo consideraban un árbol sagrado al cual llamaban “mulli”, castellanizado como “molle”.
La resina que exuda de su tronco posee un olor fuerte, similar a la trementina, ésta posee propiedades estimulantes y es utiliza contra el reumatismo, bronquitis y como purgante.
La infusión que se obtiene con las hojas tiernas combate las afecciones de las vías respiratorias, afecciones del riñón, cistitis (mal de la hijada), hidropesía, amenorrea y los dolores de cabeza y la presión alta.
Los frutos eran usados para tapar las caries, como sustitutos de la pimienta y los incas preparaban con ellos una bebida, la chicha de molle.
El té que se obtiene a partir de la cocción de la corteza se emplea para curar úlceras y es además un colorante natural para teñir tejidos, otorgándoles un color amarillo pálido.
Albahaca:
Nombre botánico: Ocimun basilicum L.
Es originaria de África central y del sureste Asiático. En la India es considerada una planta sagrada y es usada como repelente de insectos.
Su uso más difundido es como condimento, otorgando un sabor especial a las comidas, es un muy buen digestivo y evita los espasmos gástricos siendo muy útil en los casos de gastritis y hernia de hiato.
Es anti vomitiva, diurética, sedante, tónica y galactógena (aumenta la secreción láctea).
Esta indicada para afecciones de la boca, como mal aliento. Su uso debe ser moderado.
Ajenjo:
Nombre botánico: Artemisa absinthium L.
Es una planta nativa de Europa y se cultiva especialmente como planta ornamental.
Posee acción una estimulante del apetito, son conocidas sus propiedades antiparasitaria (en parásitos intestinales), digestivs (indicada en caso de digestiones lentas), antifebril, anti anémica y contra la amenorrea.
Su uso debe ser moderado, no debiendo usarse concentraciones altas o durante un tiempo prolongado, pues puede producir convulsiones, trastornos nerviosos, gástricos y hepáticos. No esta indicado para mujeres embarazadas ni en lactantes.